El Iracundo, odia las prohibiciones, sobre todo aquellas que no siguen un razonamiento lógico como el no poder ingresar a lugares reservados a personas de origen divino, o no poder cagarse abiertamente en una mala persona, solo porque esta naciera en cuna monárquica, no hago mas alusión porque los ánimos están caldeados y me podría costar una multa de 3000 euros. Algo que enoja y mucho al Iracundo.